Los maestros, nuestros padres

Cuando uno está en el colegio y piensa en qué será de su futuro, algunos sueñan con ser los mejores doctores, unos en ser abogados, en economistas y demás; sin embargo, otros quieren ser profesores. Esta idea mientras uno sigue en la escuela puede ser descabellada, el ser ese profesor que te deja un millón de tareas, o ese que es fácil de aprobar, aquellos que en nuestra ruta de vida, ya tarde, aprendemos a valorar, aunque no siempre es el caso. Existen profesores que inspiran y aprecias, que odias y miras con malos ojos. Pero todos, sin excepción, siempre te dejarán una enseñanza.

En todos estos años, he conocido bastantes amigos y no todos ellos eran alumnos, he conocido muchos profesores/as, unos me caían bien y otros no tanto, pero..por qué? siempre se nos ha dicho que el colegio es nuestro segundo hogar, y por consiguiente los profesores...nuestros segundos padres. En ocasiones creemos que estamos haciendo algo que esta bien, pero no es así; por ese motivo, nuestros padres nos regañan porque estaba mal lo que hicimos, ellos siempre buscan nuestro bienestar, igualmente nuestros maestros. Ellos también buscan nuestro bienestar, siempre quieren que nosotros podamos seguir adelante, aprender cosas que nos servirán en la vida, que nos ayudará, tal vez, a encontrar nuestras pasiones laborales y muchas cosas mas, pero al igual que con nuestros verdaderos padres, habrá discordancia aunque en ambas situaciones las desventajas son sin lugar a dudas las del maestro.Con tan pocas horas, prácticamente una tarea titánica, conseguir interesarnos en su área, aportar su rectitud a nuestra irreverencia para lograr un mejor entendimiento hacia todos y más , en dos o tres horas, no me parece suficiente; pero ahí reside el secreto, igual que nuestros padres, ellos hacen todo esto y más.

Cada vez que escucho hablar de profesores a mis padres, hermanos y amigos recuerdan con cariño entre risas y añoranzas de su profesor de matemáticas y la tabla de multiplicar; la profesora de historia que les contaba todo como si de un cuento se tratase; la profesora de comunicación enseñando la buena literatura que existe en nuestro país y todos con algo en común, la mítica regla de madera, que hacía a todos los jóvenes del ayer tiritar de miedo. Muchas anécdotas existen, pero lo más importante viene siempre después, la parte donde todo eso les sirvió para aprender, no solo el tema, también comportamientos, lecciones de vida, que hasta el día de hoy; perduran en sus recuerdos.

La enseñanza ha cambiado bastante desde entonces en el modo de enseñar ahora es mucho menos estricta; pero hay algo que nunca cambia, esas personas que día a día se levantan a trabajar, dejando todos sus problemas atrás, ¿para qué? para dejar su granito de arena en nuestras vidas, para prepararnos con el fin de crear una nueva sociedad mucho mejor que la anterior. Si algo más se puede añadir a este texto, es simplemente, gracias por todo, maestros. 

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